jueves, 28 de octubre de 2010

El arte de posponer

Por José Palomares Santos

Tomar decisiones exige aprender a correr riesgos, mantener la iniciativa, saber competir y no temer al fracaso. Sin embargo, muchas personas de todas las edades sienten que una fuerza intangible no les permite poner manos a la obra en proyectos tales como: realizar una investigación de tesis para obtener una licenciatura o posgrado, estudiar para dominar una lengua extranjera, seguir un programa para bajar de peso, administrar sus ingresos para evitar sobreendeudamiento y caer en mora, concertar una entrevista para solicitar un aumento de salario o declararle su amor a la mujer de sus sueños. En pocas palabras, cada día de su vida, ¡dejan para mañana, lo que pueden hacer hoy!

Posponer las cosas, por sistema, conlleva a una gama de consecuencias indeseables:

a) No alcanzar el éxito.
b) Ganarse una mala reputación.
c) Deteriorar la autoestima.
d) Generar un patológico sentimiento de ansiedad.
e) Afectar la realización personal.

El origen de este “freno” puede provenir de múltiples causas como miedos inconscientes, depresión crónica, desorganización personal y acumulación de muchos pendientes que se van sumando a una larga lista de tareas no resueltas, que al paso del tiempo, propician que quien evade tomar las acciones a tiempo se enrede en una sensación de impotencia que termina doblegando su voluntad y agravando sus incompetencias.

La clasificación de “posponedores”, puede asociarse a los diversos perfiles de las personas. Piénsese en los siguientes casos:

Los perfeccionistas.- Pueden pasar toda una vida tratando de afinar su propuesta, metodología o proyecto en vez poner manos a la obra y mejorar sobre la marcha.

Los socializadores.- Se dispersan y pierden el tiempo hablando con amigos, enviando e mails, buscando contactos, haciendo llamadas o cualquier actividad relacionada con la gente que tienen cerca, en lugar de centrarse en sus proyectos y echarlos a andar.

Los ideáticos.- No emprenden si su entorno no está perfectamente ordenado tal y como lo esperan. Pueden pasar una eternidad pretextando que no pueden trabajar en condiciones “de desorden”. Con esas actitudes terminan convirtiéndose en verdaderos expertos en el arte de posponer.

Los viajeros.- Con tal de no hacer lo que debieran, se la pasan de aquí para allá buscando todo tipo de cosas ajenas a sus proyectos. Por consiguiente, usan tales evasiones como excusas para justificar sus faltas de entrega a las tareas prioritarias.

Los desorganizados.- Sus actividades son inciertas, no saben qué hacer y normalmente pasan el tiempo realizando cualquier cosa. Así se les va un día y otro más, en una cadena interminables de tiempos perdidos.

Los candiles de la calle.- Evitan hacer lo que deben (en realidad no lo quieren hacer) y justifican su tiempo “ayudando” a otras personas.

Frente a estos perfiles descritos, quien los use como escudos puede cambiar sus hábitos recurriendo a las siguientes estrategias:
1. Hacer una lista de las pequeñas cosas que de manera evidente o imperceptible, a veces o siempre, le agobian, como pueden ser papeles desordenados, la limpieza de algún lugar, terminar de leer algún libro o escribir una carta a alguien. La idea es hacer un inventario de esos pendientes que llegaron para quedarse.
2. Anotar en otra lista las actividades o decisiones que de momento, no esté en sus manos hacer o resolver.
3. Los pendientes asociados a personas que ya no están en este mundo o a relaciones con quienes ya no se pueda llegar a acuerdos, pueden escribirse en un papel y quemarlo, como una tarea de psicoterapia de emergencia.
4. Redactar una lista de las cosas que deben hacerse y que usted ha pospuesto, jerarquizadas por orden de importancia. En caso de ser muy amplias se pueden dividir en dos a más etapas.

5. Elaborar un programa calendarizado, estableciendo fechas límite, para ir desahogando los añejos pendientes sin prisas y sin pausas. Este proceso suele llevar algo de tiempo.

6. Llevar una bitácora de cómo y cuándo se van completando cada una de las tareas pendientes y de las nuevas que se vayan agregando.

En la medida que se avanza en estos procesos la sensación de bienestar y relajamiento contribuye a dar más fuerzas para romper con las conductas inadecuadas propias del arte de posponer.

2 comentarios:

  1. Necesidad Vs Posponer
    Verdad, que posponer se vuelve una forma de vivir, más allá de listas para terminar el sinnúmeros de pretextos, para mejorar el nivel de vida, realizar una tesis o cambiar de trabajo, los individuos deben tener una “necesidad” (conseguir una meta, cumplir un plan de vida, etc), de esta forma se dejan de lado las innumerables tareas para dar el paso del cambio y llevar a cabo lo planeado.
    Muchos de estos planes se fueron armando al calor de un fracaso, la llegada de un hijo, la esperanza de realizarse en matrimonio, destacar como profesional y profesionista o dejar huella en este mundo.
    Se pueden ilustrar un sinnúmeros de ejemplos donde hombres comunes y corrientes han destacar en el campo de las ventas, la investigación, el cabildeo, entre otras. Todos tuvieron que cumplir un ciclo desde entender que la vida está llena de experiencias (incluyen los existo y fracasos) que se ven reflejadas un su nivel de vida.
    Pero ¿Cómo una necesidad genera tantos cambios? En este momento no tengo respuesta.
    Lo que puede aportar para esos hombres y mujeres que no saben dar el paso para mejorar su nivel de vida en este momento, es que volteen a ver que les falta (en todo sentido), y entonces: realicen una lista donde se convine los pendientes y lo que necesito para llevar al existo.
    De: Alberto Simón García Bernal

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  2. El escrito es bonito pero de pocos resultados prácticos y efectivos (por no decir que nulos). Hay que iniciar incluso un paso antes: los miedos y recuerdos que generan las emociones que impiden, bloquean, boicotean mis iniciativas y decisiones. Si por diagnóstico soy una persona desidiosa, ¿cómo voy a iniciar elaborando dicho listado?

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